EL JAPÓN (año 1929)
por JIDEKO SELLÉS ÓGUINO DE VIDAL
2.- EL MIKADO Y SU CORTE
La corte del Mikado, en el transcurso de los siglos, ha tenido varias residencias. Los primeros emperadores fijaron su sede en la provincia de Yámato, en Unebi, lugar en que radica la sepultura del primer emperador Dchimmú Tenno. Después se trasladaron a Osaka ; pero la vecindad de los daimios — una especie de señores feudales, dueños de extensas plantaciones de arroz, infinitamente más ricos todos ellos que el Mikado mismo — hizo imposible la permanencia de éste en Osaka por la continua guerra que aquéllos le hacían, resolviendo trasladarse a Nara. Después Kammú Tenno hizo construir su nueva residencia en Kyoto, fundando con ello esta santa ciudad.
Un pequeño conjunto de templos y puertas en Nikko. |
Santuario Shinto (sintoista) de Tōshō-gū , en Nikko, 2007. |
La constante revolución de los daimios, en continua guerra, le hizo imposible el gobierno, y, para defenderse del absorbente feudalismo de aquéllos, eligió, entre los más notables de ellos, uno, a quien, con el nombre de Shogún (generalísimo), confirió todos sus poderes, haciéndole responsable de todos sus actos, incluso de sus desastres, y se retiró a su palacio de Kyoto, rodeado de una numerosa y fastuosa corte. Aconsejado por sus fieles, no se mostró nunca más en público, por ser personaje descendiente de los dioses, conservando mejor, así, su origen divino, ocupándose únicamente de los asuntos religiosos, dedicado a la emperatriz y a sus doce mujeres secundarias, a fomentar el arte, la poesía, la música y la pintura. Entonces fué cuando Kyoto vió alzarse en su recinto centenares de grandes y suntuosos templos, conquistando el nombre de Kyoto la Santa.
En el siglo XII fué implantado el régimen de los Shogún, alcanzando su época de mayor esplendor en el XIII, perdurando esta época de feudalismo hasta el año 1870, en que fué abolido por el emperador, abuelo del actual, Mutsu Hito, después de un glorioso período de setecientos años.
El Shogún asumió el poder y el mando del gobierno, y como era imposible su permanencia cerca del Mikado, formó su corte aparte y se trasladó a Kamakura, con lo que hubo dos cortes en el Japón; una, la imperial y religiosa, y, otra, la gubernativa, la de los Shogún, en la que residían las verdaderas autoridades.
Retrato del Shogún Toyotomi Jideyoshi (o mejor Hideyoshi) dibujado en 1601. Foto sacada de WikiMedia.org |
Los Shogún gobernaron con gran acierto el país, sujetaron a los revoltosos daimios y engrandecieron el Imperio. Uno de ellos, el gran Toyotomí Jideyoshi Taikó Denka, hijo de un pobre y humilde labrador, a través de las más duras y negras penalidades, supo llegar hasta el punto más alto y honroso del Imperio. Los japoneses se sienten hoy orgullosos de este famoso personaje, pues en la Historia son pocas las figuras que, cual ésta, naciendo en humilde cuna, supieron escalar y alcanzar por sus propios méritos el mando de la nación : Napoleón, Bismarck, Mussolini y Taikó Denka.
Hubo otro Shogún notable, excelente gobernador, a quien con gran fervor veneran los japoneses y en cuyo honor, después de muerto, levantaron en la sagrada montaña de Nikko el monumento funerario más rico y suntuoso del mundo.
Cada uno de los daimios fué acumulando en el santo recinto toda su riqueza y obras de arte imaginables, y con la esplendidez propia de los magnates japoneses cada cual de ellos quiso contribuir con la mayor largueza a su esplendor, siendo imposible describir los tesoros, las tallas delicadísimas en madera, las verdaderas maravillas de encaje de las pagodas, las finísimas lacas de oro y de colores de sus muros, que, a pesar de permanecer más de trescientos años a la intemperie, no han sentido el paso de los siglos, manteniéndose intactos.
Los inmensos vasos de bronce, las filas interminables de tooro (especie de linternas colocadas sobre pedestales y resguardadas por tejadillos de ángulos recogidos, como una reducción, en miniatura, de los tejados de los templos), están magníficamente cincelados y vaciados. Crece el musgo sobre ellos, y esta comunión de la naturaleza con el precioso metal, helechos, musgos, líquenes, viviendo en perfecta armonía con el oro y la laca, con los sutilísimos encajes de bronce y de cobre dorados y relucientes, apenas empañados por el tiempo, constituye uno de los encantos más singulares y fantásticos que pueda soñarse.
El Shogún Tokugawa Iyeyasu (o Ieyasu), de venerada recordación, en honor del cual fué construido en Nikko el monumento funerario más fastuoso del mundo. |
Además, cada una de las pagodas son verdaderos museos de escultura y pintura, en los que se han acumulado todos los prodigios del arte y de la inventiva japonesa, comenzando por las puertas que dan entrada a estas pagodas. Baste sólo citar la llamada Puerta del Día, obra de gran fama en todo el Japón, en la que trabajaron sin descanso cerca de mil obreros durante veinte años, pasmo y admiración de los sentidos por sus minuciosos y prolijos detalles escultóricos. Un pequeño mundo de figuras policromas agrupadas en múltiples escenas cubren cornisas, capiteles y pilastras, conservando su maravillosa frescura luminosa cual si hubiesen sido acabados de esmaltar. Y, por todas partes, oro, oro vertido a manos llenas, a montones, en las paredes de los templos, en los muros, en las puertas, en las mesas — de oro macizas — para las ofrendas a los dioses. El oro, combinado con la laca y con el marfil; el precioso metal derramado prodigiosamente por toda la Montaña Sagrada ; oro en todas sus tonalidades, verde, rosado, azulado, amarillo, rojo, y, como contraste de tanta riqueza abrumadora, la encantadora y sencilla naturaleza : árboles centenarios que con su follaje forman una bóveda como un dosel para cobijar a todas las divinidades, habitantes invisibles de las mágicas pagodas...
Y el agua, ¡El divino murmullo del agua en Nikko, cayendo en cascadas, despeñándose en torrentes, fluyendo en manantiales salidos de las peñas, deslizándose en arroyuelos, extendiéndose en plateadas láminas bajo el musgo!
Lo mismo en el silencioso misterio de la noche que en el radiante alborozo de la mañana, en la primavera luminosa que en la verdosa penumbra del otoño, la Montaña Sagrada canta, y con el coro de sus mil líquidas voces arrulla con su eterna canción al hombre bueno e inteligente, a Tokugawa Iyéyasu, que durante su vida supo gobernar rectamente, engrandeciendo a su país y haciendo la felicidad de su pueblo.
La tumba del Shogún Iyegasu (foto de 1919) y la llamada Puerta de Bronce, el lugar más sagrado de Nikko. |
La tumba del Shogún Iyeyasu en 2007. |
Arriba, en la última explanada, en un corte de la montaña, se halla el lugar más santo y venerado. En el centro de un pequeño patio yace el cuerpo del gran Shogún, en lo interior de un extraño monumento que presenta la forma de una campana de pagoda, rematado por un tejadillo cuadrado, como las cubiertas de los templos.
La tumba del Shogún Iyegasu desde otro ángulo 2007. |
Este recinto está cerrado por una puerta maciza, de bronce, con aplicaciones de oro, escudo real e inscripciones, y a cada lado de la misma, dándole guardia, hay dos komainú, especie de leones, encargados de ahuyentar los malos espíritus.
En este severo y sencillo paraje, escoltado por cedros centenarios, envolviéndolo en su sombra augusta, se alza el mausoleo en que reposa el gran gobernante en cuyo honor el Japón entero ha rendido a sus pies tantas y tantas maravillas y tan colosales riquezas. En la misma ladera de la Montaña Santa, paralela a este de Iyéyasu, existe otra agrupación de templos, cuyos muros y puertas, de tanta magnificencia y belleza como los del anterior, han sido erigidos en memoria del sucesor de Tokugawa Iyéyasu (o Iyegasu), Tokugawa Iyemitsu.
Con la primavera comienzan las peregrinaciones, y una y otra tumba se ven rodeadas siempre de devotos, que anualmente alcanzan a ser centenares de miles, pues difícilmente se hallará en el Japón alguien que no haya visitado Nikko ; y, a pesar de ello, asombra ver cómo todas estas cosas tan delicadas, se conservan intactas a través del transcurso de los siglos, dato elocuentísimo que habla muy alto en pro de la esmerada educación y buena crianza al pueblo japonés y del cuidado y respeto con que se visita estos lugares.
(copyleft 2007) Solosequenosenada.com
Enviar comentarios