EL JAPÓN (año 1929)
por JIDEKO SELLÉS ÓGUINO DE VIDAL
9.- FIESTA DE LOS DIFUNTOS
Celébrase esta fiesta en el Japón desde la más remota antigüedad. El pueblo japonés, tan espiritual, tan soñador, tan religioso, no podía en modo alguno sustraerse a la influencia del más allá ni permitir que se borrase, aquende la gran frontera, el rastro de los que fueron. Bastará recordar aquí que una de las principales manifestaciones de la adhesión religiosa del pueblo japonés hacia sus divinidades es el culto de los antepasados. El altar en que este culto toma forma no falta en ninguna casa nipona.
Antiguamente, el día de esta fiesta, toda la dependencia, todos los servidores de la casa vestían sus mejores trajes y obtenían de sus señores permiso durante tres días para dirigirse a sus respectivas moradas y algún dinero para viático del viaje. La fecha señalada para esta festividad es el 15 de julio.
El 13 se elabora el Omukai Dango, unas pastas pequeñas, redondas, a cuya consumación se invita a todos los difuntos de la familia, reunida, ésta, ante el altar de los antepasados. Allí son servidos los más delicados manjares (excluyendo el pescado), que son colocados en el altar, y para que los invitados no pasen sed, repetidamente se les ofrece tazas de te muy caliente, bebida la más apreciada por los japoneses, así como también agua fresca del pozo. El día 15 se recogen todos los comestibles, se los envuelve en una hoja grande de loto y perfectamente embalado todo ello en paja de arroz, figurando un barco, se lanza al río o al mar provisto de una lucecita y se deja a merced de las aguas. El espectáculo es verdaderamente fantástico y enternecedor.
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