EL JAPÓN (año 1929)
por JIDEKO SELLÉS ÓGUINO DE VIDAL
18.- LOS MONUMENTOS
No está excluida del Japón la suntuosa costumbre de adornar sus vías con fuentes, estatuas y otros monumentos escultóricos ; pero, realmente, estas manifestaciones artísticas — tan occidentales — son exóticas en el país. Hay, no obstante, algunos bellos ejemplares de este arte suntuario, como, por ejemplo, en Tokyo, donde se alza, entre otros, uno, erigido en el parque Uyeno, en memoria del gran hombre de Estado Saygó Takamori. Otro, notable también, en el distrito de Kanda Manséebashi, en honor del heroico marino Hirosé Chusa, figura eminente de la guerra rusojaponesa, en la que rindió su vida ofreciéndola a la victoria obtenida por sus armas en la épica toma de Port Arthur. Su acción revistió caracteres de heroicidad guerrera difícilmente superables. Tratábase de cerrar el puerto para impedir la fuga de los navios enemigos e Hirosé Chusa reunió gran número de barcos viejos, inservibles, y llenándolos de piedras y de dinamita los colocó en fila para cerrar el puerto, y cuando todo estuvo preparado, hizo salir de ellos a todos los soldados, quedándose él solo, y al pretender forzar su línea los buques rusos, hizo fuego y, mediante una sabia combinación de cables, fué haciendo saltar con explosión horrible un barco tras otro, hundiéndose él con el último de ellos. De este modo destrozó gran parte de los buques enemigos. Los que pudieron salvarse de la inesperada acometida, fueron después destruidos por los navios japoneses.
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